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Ser un Buen Vecino es un arte y, como todos los artes, hay que cultivarlo. Dar los buenos días, ayudar a los mayores a subir el carro de la compra o preguntar por la salud de algún vecino que ha estado enfermo, es algo habitual. Aunque, desgraciadamente, en esta sociedad cada vez más individualista y digitalizada, es muy posible que ser educado parezca algo del siglo pasado. ¡Ojo! Tampoco se trata de que te conviertas en un asceta cuya meta es la perfección moral y espiritual. Simplemente se trata de intentar dar lo mejor de nosotros en cada momento.

Lo mejor de todo es que, aplicando este pequeño consejo de madre, no sólo harás feliz a los que te rodean. Tú también serás mucho más feliz y empezarán a ocurrirte cosas estupendas. Y es que ser un Buen Vecino es vital para que vivir en comunidad sea una experiencia placentera y enriquecedora.

 

 

¿Quién sabe? A lo mejor la vecina por la que te has preocupado e intentado ayudar tiene un hijo que resulta ser el amor de tu vida, o ese vecino gruñón al que nadie aguanta resulta ser una persona maravillosa con una historia apasionante. Un espía de la CIA con una vida de libro, un chef extraordinario que te revela las recetas más sanas y ricas del planeta o un amigo para toda la vida. Y es que, como decía Forrest Gump – o, mejor dicho, su madre – “la vida es como una caja de bombones: nunca sabes lo que te va a tocar”.

No nos olvidemos de que cada vez son más las personas que apuestan por el cohousing como la fórmula de habitabilidad del futuro. Y para eso es imprescindible saber ser y comportarse como un Buen Vecino.

Las diez reglas de oro para ser un buen vecino

Ya sabes que tengo alma de madre – por algo soy ‘lamadredelascooperativas’ – y siempre quiero lo mejor para mis hijos. Aunque este artículo no trate sobre las múltiples ventajas de comprar tu vivienda en cooperativa, te será de gran utilidad para ser un Buen Vecino. ¡Puedes ponerlas en práctica ya mismo allá donde tengas tu hogar!

Toma nota porque esto que te voy a contar aquí va a conseguir no sólo que mejores tus relaciones de vecindad, sino que tu vida en sí vaya a mejor. Ya sabes que una madre nunca miente, pero, sobre todo, te hablo desde la experiencia. Aunque, si quieres que te cuente un secreto, las Juntas de Vecinos siempre me han puesto un poco nerviosa porque en ellas puedes ver lo mejor y lo peor de tu vecino.  Aunque son una ocasión fantástica para decidir mudarte a una isla desierta.

Ahora en serio. Si quieres ser un Buen Vecino y no morir en el intento, hazle caso a Mamá y sigue estos consejos. ¡Algún día me lo agradecerás!

Preséntate a tus vecinos y sonríe

No se trata de que hagas una tarta por vecino y llames a cada una de sus puertas. Simplemente, intenta fomentar una conversación cuando te topes con un vecino al que no conozcas, pero te inspire buenas vibraciones. Por ejemplo, estás bajando en el ascensor y coincides con una vecina sonriente. En vez de hablar del tiempo, es una ocasión extraordinaria para presentarte. “Hola, qué tal, soy fulanito o menganita, y soy nueva en la comunidad. ¿Sabes si hay en el barrio alguna panadería donde hagan pan casero?”. Y, con esta simple excusa, podéis comenzar una conversación. A lo mejor es ella quien te revela cómo hacer pan casero. Si es que ya la estoy oyendo pensar lo Buen Vecino que pareces.

Respeta las zonas comunes

En una Comunidad de Vecinos, las zonas comunes son aquéllas que pertenecen a todos por igual. Todos tienen el mismo derecho a utilizarlas. Por ejemplo, el ascensor, la piscina, la pista de pádel o el descansillo. Pero también todos tenéis la misma obligación de cuidarlas. Por ejemplo, si el portero de tu vivienda recoge la basura a las nueve de la noche y se te ha pasado la hora, ¡no la dejes en el descansillo! Compórtate como un Buen Vecino, ponte las zapatillas y baja tu basura al contenedor en la calle. Y la próxima vez te pones una alarma. 20:45: Sacar basura. Además, evitarás que el descansillo de tu casa huela a pescado podrido al día siguiente, ¡qué asco!

Controla el volumen de la televisión

Puede que a ti te encante escuchar la música o ver la televisión a toda pastilla. Pero piensa que, a lo mejor, tu vecino de al lado está durmiendo porque trabaja de noche o está en plena clase de yoga. ¿Te imaginas cómo le sentaría no poder bajar el volumen por su cuenta? A todos nos ha pasado alguna vez habernos despistado con este asunto, ¡pero sólo alguna vez! En ese caso, mi recomendación es que pidas cita con el otorrino. A lo mejor necesitas un audífono. ¡Los de última generación ni se notan! Si eres de los que les gusta dar fiestas en casa, un método infalible para que tus vecinos no se quejen es invitarles a la fiesta. Además de Buen Vecino, serás listo.

Devuelve lo que te han prestado

Recuerda que te lo han prestado, no regalado. Aunque te quieras hacer el longuis y pienses que a tu vecino se le habrá olvidado que te lo prestó, ¡nada más lejos de la realidad! A casi nadie se le olvida lo que presta porque a nadie nos gusta que nos tomen el pelo o abusen de nuestra confianza. Si eres de los que piensa “Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita”, no podrás avanzar en tu aprendizaje de cómo ser un Buen Vecino y no morir en el intento.  Si, por ejemplo, te hubieras demorado mucho en devolver un libro que te han prestado, al devolverlo a tu vecino déjale uno de los tuyos. ¡Alucinará!

Hablando se entiende la gente

Es normal que no siempre estemos de acuerdo con todo ni con todos. Si conoces a alguien así, asegúrate de que no viene de Marte. Los conflictos son normales entre las personas, lo anormal es resolverlos con clase.  Antes de encenderte, recuerda lo que decía Sócrates: “Sé amable con todo el mundo, pues cada persona libra algún tipo de batalla”.  Si todos siguiéramos esta máxima, el mundo sería maravillosos. Bajando al terreno de tu Comunidad de Vecinos, cuando algún vecino no coincide con tu forma de pensar, sigue estos tres pasos: escucha sus argumentos, explícale los tuyos y recuerda que las decisiones se toman en la Junta de Vecinos mediante una votación libre. No olvides que un Buen Vecino siempre exige una actitud de consenso.

La crítica constructiva siempre aporta

Una comunidad de vecinos es como una especie de planeta dentro de una galaxia. Existen normas y códigos que todos los que la integran deben respetar. ¡Imagínate si cada uno hiciera lo que quisiera! Pero respetar las normas no significa que no puedas expresar tu opinión. A fin de cuentas, todo es susceptible al cambio siempre que sea a mejor. Lo importante es que, si formulas una crítica, no te olvides de aportar una solución. Este es un ejemplo de cómo actuaría un Buen Vecino: “No utilizar bombillas led nos está suponiendo un gasto muy elevado en la factura de la luz. Sería interesante considerar cambiar todas las bombillas del edificio. En este informe que traigo podéis analizar el ahorro que conseguiríamos con este cambio”.

Confía en el trabajo de los profesionales

En una Comunidad de Vecinos muchos trabajos se delegan en profesionales. Es el caso de los administradores de fincas, los agentes inmobiliarios o los proveedores de servicios. Su conocimiento y experiencia les permiten valorar las cosas desde un punto de vista profesional, y aportar soluciones desde varios prismas. Lo que a ti te puede parecer una mala solución porque sólo la has valorado desde tu propia subjetividad, posiblemente sea la correcta si se valora desde un punto de vista más objetivo. Dales una oportunidad y confía en su profesionalidad. Si quieres destacar como Buen Vecino, puedes proponer una jornada de reflexión donde cada vecino escriba las dudas que tiene, seguida de una segunda reunión con el profesional. ¿Ves cómo siempre hay una solución conciliadora?

Nosotros por encima de yo

Nunca te olvides de que formas parte de una comunidad. Es decir, eres uno más porque todos sois igual de importantes. En una Comunidad de Vecinos hay que pensar en el bien común, no en tu único beneficio. Cuando haya que solucionar una avería que afecta a una vivienda, no olvides que esa vivienda pertenece al mismo edificio que la tuya. El bien a cada vecino repercute en el bien de la comunidad. Una excelente forma de demostrar que eres un Buen Vecino es si te nombran presidente de la Comunidad. Hazte el favor de no mirar al resto de los vecinos por el hombro y creerte superior a ellos. Como decía el gran Dalai Lama: “Si asumimos una actitud de humildad, crecerán nuestras cualidades”.

Paga cuando te toque

Cuando nos tocan el bolsillo algo se nos remueve por dentro. ¡No lo podemos evitar! En una comunidad de vecinos, cada uno es propietario de su vivienda y copropietario de las zonas comunes. Igual que, de vez en cuando, toca hacer una reformita en tu casa, en las zonas comunes pasa lo mismo. Y ahí es cuando llegan las temidas derramas o las provisiones de fondo extraordinarias. Lo más importantes es pedir varios presupuestos antes de tomar una decisión. Si quieres ser un Buen Vecino de verdad, apoya al que está pasando una dificultad económica y propón que su parte la paguéis entre todos los vecinos. Podéis fijar una fecha para que os lo devuelva a plazos. ¡Hoy por ti y mañana por mí!

Hay vida más allá de tus cuatro paredes

No te estoy diciendo que seas el rey de la fiesta, pero no está de más que fomentes relaciones personales con tus vecinos. A lo largo del día se presentan un montón de ocasiones. Además, no olvides que el ser humano es sociable por naturaleza y que la interactuación es una función vital de nuestra especie. ¡Sí, una función vital! Sin ánimo de ser pedante, te diré que una función vital es aquélla que es necesaria para vivir. Y son tres: la nutrición, la reproducción y la relación.  Ya no se trata sólo de ser un Buen Vecino, sino de hacer las cosas que son buenas para ti. Sal de tu mundo sideral y relaciónate con la gente. Cuando vuelvas a casa, te sentirás mejor.

Como siempre digo a mis hijos, “es más fácil hacer las cosas bien que mal”.

¡Una madre nunca miente!

 

Soy presa de una obsesión por el dinero QUIERO SABER MÁS


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